El lenguaraz, para usar una palabra de su estilo, no reparó en que había sido votado por los diputados oficialistas. Tampoco, en que el Banco Central anunciaba medidas semejantes a las de la nueva ley. O sea, “un suero fisiológico”. Pasó por alto todo esto porque su propósito era atacar a la oposición. Y en esa obsesión quedó entrampado.
Hasta entró en cortocircuito con el ministro del Interior, que había dado la “bienvenida” a la iniciativa. Según Fernández, porque Randazzo “no conoce a fondo” de qué se trata. Pero ¿qué es “lo que no hace ni bien ni mal”? Se sabe, por de pronto, que lo que más mal hace es no hacer nada. Ni siquiera intentar alguna respuesta al drama que le costó la vida al hijo de Carolina Píparo y que disparó toda esta historia.
Es obvio que por sí sola esta ley no frenará los robos a la salida de los bancos. Tampoco se lo propone. Pero es empezar a hacer algo y un intento para darle confianza a la gente.
A falta de una política contra la inseguridad, el Gobierno le carga la culpa a la Justicia. Ahora resulta que hasta el “tengo las manos atadas” de Scioli no era por Kirchner sino por los jueces. Esto se supo recién ayer, también por boca de Fernández. Si es verdad ¿por qué no se lo dijo a Kirchner antes de que el ex presidente humillara públicamente al gobernador? ¿O la verdad es que Kirchner lo humilló porque la frase era contra él?
Sería bueno que en lugar de hablar mucho y de todo, Fernández se pusiera a hacer. A menos que su función principal sea la de hablar.
fuente clarin