Misterio en Ituzaingó.La fiscal ordenó que médicos forenses examinaran a su círculo íntimo y a su empleada, en busca de rastros de una pelea. Analizan 15 horas de grabaciones de una cámara.
El crimen de María Teresa “Taty” Valente seguía ayer rodeado de misterio, aunque los investigadores empezaron a centrar el foco de sus sospechas en el círculo más íntimo de la mujer. Por un lado, la fiscal del caso envió a los familiares y a una empleada a someterse a una revisación en el cuerpo médico forense para determinar si alguno tiene lesiones compatibles con una eventual pelea. Por otro, analizan 15 horas de grabaciones de una cámara de seguridad, con el punto de partida fijado en el momento en el que uno de los hijos de la víctima dijo haber abandonado lo que se convertiría en la escena del crimen.
“Taty” Valente, una mujer de 62 años separada de un empresario gastronómico de la zona, fue hallada muerta el sábado por la mañana junto a la pileta de su mansión de Parque Leloir (Ituzaingó). Una empleada doméstica, que llegó al lugar cerca de las 10, la vio tirada en el jardín. Enseguida llamó a Valeria Geraige (31), la hija de la víctima, pero ya no había nada que hacer.
Cuando la Policía llegó al lugar, la primera versión que recibió de boca de los familiares fue que la muerte había sido natural o incluso que podía tratarse de un suicidio. Les contaron a los investigadores que “Taty” atravesaba una profunda depresión luego de su separación de Omar Geraige, padre de sus dos hijos. Incluso señalaron que estaba medicada, bajo tratamiento psiquiátrico, y que ocho meses atrás habría atentado contra su vida.
En la primera revisión de la casa de avenida Udaondo 3497, los investigadores se encontraron además con que no había puertas ni ventanas violentadas. Nada había sido revuelto y no parecía faltar nada. Hasta su celular estaba sobre una mesa, sin llamados de alerta ni ningún movimiento sospechoso a simple vista.
Tampoco encontraron indicios de una pelea o forcejeo, ni objetos rotos en algún posible enfrentamientoLos vecinos no escucharon nada. La mujer vivía con su hijo varón, Omar Osvaldo Geraige (34), pero el joven declaró que se había ido en la noche del viernes a dormir a lo de su novia.
El lunes a la mañana, el cuerpo médico forense elevó a la Justicia los resultados preliminares de la autopsia realizada el día anterior. Y allí cambió todo: “Taty” murió por “asfixia mecánica”. Tenía lastimaduras en el interior de la boca por la presión ejercida sobre ella y creen que usaron algún elemento -una toalla o una almohada- para evitar dejar marcas visibles en la piel al sofocarla.
A partir de ese momento, la fiscal María Laura Cristini, a cargo de la UFI descentralizada N°2 de Ituzaingó, calficó el caso como “homicidio” y se preservaron las manos de la víctima, para buscar rastros de piel del asesino bajo sus uñas. La funcionaria también pidió a la Policía que se volviera a peritar la mansión.
Se estima que “Taty” murió alrededor de las 6 de la mañana del sábado. Pero según fuentes de la investigación “Taty” aún tenía puesto su pijama cuando la encontraron en el jardín. Y además las luces del caserón permanecían encendidas, por lo que creen que la mataron cuando aún era de noche: o la sorprendieron en la cama o estaba por irse a dormir.
Todo indica que quien la mató la conocía bien y sabía cómo entrar y salir de la casa. Quizás hasta tenía las llaves.
Tras la autopsia, la Fiscalía ordenó que examinaran a los integrantes de su familia en busca de “alguna lesión o marca que indicara signos de pelea”. A los mismos análisis debió someterse la empleada doméstica, que fue quien encontró el cuerpo y llamó a la hija de “Taty” y a la Policía. “Taty” se había separado hace tan sólo unos meses, según contaron a Clarín allegados a la familia. Aún no habían tramitado el divorcio, pero “tenían un buen vínculo, no estaban peleados ni nada por el estilo”, confiaron los voceros.
Sin embargo la ruptura había golpeado duro a la mujer. Hacía apenas tres años que ella y Geraige habían terminado de construir la mansión.
“Ella tenía devoción por su familia, por sus dos nietos especialmente. Es gente increíble, muy buena. Ella todos estos años acompañó a su marido en los negocios”, describieron en su entorno.
“Taty” y Geraige eran socios y manejaban dos restoranes muy renombrados en el Oeste: “Punta Leloir” y “Punta libre”. El hombre fue presidente de la cámara de comercio local y ambos son muy conocidos en la zona, principalmente por su actividad comercial. Actualmente son sus hijos los que se encargan de la parte administrativa de los comercios, que no cerraron sus puertas a pesar de la tragedia.
“Por los testimonios que pudimos recolectar, muchos en su entorno no sabían aún de la separación. Tampoco hablaron de peleas ni de violencia de género”, confiaron a Clarín fuentes policiales. Ayer desde el área de seguridad de la Municipalidad de Ituzaingó entregaron a los investigadores 15 horas de imágenes de una cámara instalada en Udaondo y De Los Baqueanos, a 90 metros de la casa. Intentarán corroborar los movimientos de las personas que entraron y salieron. Y chequear a qué hora se fue su hijo.
fuente clarin