El fin de ciclo trajo nerviosismo, recelos y suspicacias en el núcleo duro del kirchnerismo. El ala ultra de La Cámpora, liderada por Máximo Kirchner, comenzó a sospechar de que Carlos Zannini, mano derecha de la presidenta Cristina Kirchner, se siente cada vez más cerca de Daniel Scioli, candidato presidencial del Frente para la Victoria (FPV).
Esa visión conspirativa la comparten el jefe formal de La Cámpora, el diputado Andrés “Cuervo” Larroque, el más crítico de Scioli, y su par Juan Cabandié, que junto a cierta militancia influyen sobre Máximo.
Incluso, un motivo de desconfianza, según pudo saber La Nacion de fuentes muy cercanas al camporismo, es que Zannini en persona “no padece causas judiciales ni sufrió denuncias del Grupo Clarín”.
Sin embargo, altas fuentes de la Casa Rosada aseguraron tajantemente a LA NACION que Zannini no traicionará a Cristina ni a Máximo: dejó trascender que su objetivo es operar de “nexo” entre Cristina y Scioli para sostener una gobernabilidad que prevé complicada. Cree, en rigor, que Scioli aplicaría una política económica y exterior pro-mercado, reñida con el modelo.
“Zannini quiere moderar a Scioli para que no se «derechice», pero también a los fundamentalistas de La Cámpora, para que no arruinen la gobernabilidad en aras de la revolución. La Orga no puede ser más importante que el proyecto”, ironizó un alto funcionario, cercano a Zannini.
En el campamento camporista replican: “Según los pibes, eso del nexo es un invento para seguir pintándose de naranja (color de Scioli)”.
Sin embargo, Zannini, secretario de Legal y Técnica, monje negro y operador político y judicial de Cristina, suele pronunciar en la campaña del FPV los discursos más encendidos en defensa del modelo, pese a que Scioli aclara que mantendrá lo bueno y cambiará lo malo.
Las sospechas de Máximo y su tropa llegaron a oídos de la Presidenta, pero ella no se pronunció.
La disputa interna entre “puros” y “naranjas”, anticipada el lunes último por LA NACION, no se reduce a Zannini. El ala dura de La Cámpora también recela de los camporistas sciolistas como Eduardo “Wado” De Pedro, Mariano Recalde y Julián Álvarez.
Además, desconfía de Sergio Berni, que seguiría en Seguridad si gana Scioli, y de Diego Bossio, quien sería ministro de Infraestructura.
Casualidad o no, los camporistas “naranjas” son los que deben disputar cargos y necesitan el padrinazgo de Scioli. De Pedro quiere ser presidente de la Cámara de Diputados; Recalde pretende seguir en Aerolíneas Argentinas. y Álvarez busca la intendencia de Lanús.
En cambio, los “puros” -Máximo, Larroque y Cabandié- tienen aseguradas sus bancas legislativas.
Un allegado a los “naranjas” dijo: “Los pibes no entienden que hay que ganar. Se autoboicotean. Zannini lo entiende y quiere ganar”.
La Cámpora culpa a Zannini de que pese a la ley de medios todavía no pudo dividir al Grupo Clarín, que se defiende en la Justicia. Peor aún: Clarín compró Nextel y se expande. Por eso La Cámpora, que controla la Aftic, logró bloquearle a Fintech, socio de Clarín, la compra de Telecom. “Zannini se irá indemne. Y Máximo y Aníbal Fernández están llenos de causas judiciales”, dijo un funcionario que habla con el ala dura. “Hay mucho ruido interno en La Cámpora, discusiones, tensión”, agregó.
Los ministros se solidarizan con Zannini y saben que, por formación y capacidad, será un negociador entre Cristina y Scioli, así como lo hacía entre Néstor y Cristina en sus frecuentes discusiones. “Zannini tratará de que el gobierno de Scioli funcione y quiere asegurar la gobernabilidad”, dijo uno de ellos.
fuente lanacion