Sin dudas, aun contando con el apoyo del respaldo nacional que no ahorra esfuerzos cuando se trata de apuntalar a su gente, el fracaso fue estrepitoso. El candidato del FPV quedó muy lejos del podio, lo que sin dudas será leído por el gobierno nacional como una “falta de interpretación o comprensión de los santafecinos del modelo”.
La obstinación del oficialismo le cierra la capacidad de observar a su alrededor y levantar la cabeza, para mirar mas allá de los adeptos incondicionales, aplaudidores profesionales que todo el tiempo están disputándose el privilegio de mostrar su admiración a la presidente.
Si el gobierno pudiera adentrarse en la verdadera realidad de los argentinos, en aquella que no se corresponde con los índices del INDEC, en aquella en la que el “modelo” no ha logrado superar la pobreza, el desempleo, la falta de viviendas, inseguridad y por sobre todo la indignidad, entonces podría plantearse la manera de resolver los problemas de la gente.
Pero, si de manera sistemática persiste con su obstinación de solo creer en el paisaje que ellos mismos pintan, entonces evidentemente nunca podrá dar una solución y recibirá como en Santa Fe, un nuevo baño de realidad.
Probablemente y en la profusa imaginación que tiene el entorno presidencial, se ensayarán distintos nombres para referirse al resultado de las elecciones de Santa Fe. Así como la inflación se llama reacomodamiento de precios, o la escasez de combustible es solo un problema de mayor demanda, o la crisis energética es hasta un orgullo porque habla del crecimiento del país, así también seguramente en esta ocasión se pretenderá embellecer al resultado de los comicios con algún nombre que pueda proveerle un poco de dignidad.
Pero definitivamente no hay otra palabra que pueda definir con especificidad lo que sucedió en Santa Fe y esa palabra simplemente SE LLAMA DERROTA.-