La prohibición de este acto que está constituido en artículos como el 172 del Código Civil, reprime la consumación de esta disputada boda entre ambos sexos, la iglesia con sus desorbitados ojos no paró de sacar sus palabras castigadoras y desafiantes, pero no pudo. Los derechos de Alex Freyre y José María Di Bello estaban ya al tope de dar el “sí acepto” su nerviosismo ya había llegado a las mesas de redacción de diversos medios a nivel mundial.
En Lima, tuve la experiencia de asistir a un acto simbólico, un acto anónimo y escondido entre leyes y normas sociales. Una boda gay unificada por una letrada en derecho, acto casi improvisado, que supongo no sea la única como empiezo esta nota, un acto muy similar a cualquier boda, pero la abismal diferencia, es que no era una escena legalizada ni menos aprobada por cualquier entidad civil y de seguro existen muchos en cualquier rincón.
Esto no da a entender lo que conlleva a una represión, a que el ser humano por sus derechos, comete un hecho ilegal, que por el amor que pueda profesar y amar a uno de su mismo género: sueña y anhela unificarse mediante las mismas leyes que la prohíben e incluso la incumplen.
La pregunta como siempre hago en esta columna, es ¿y por qué no?, sabemos que la comunidad gay en un movimiento muy fuerte en todo el mundo, ¿acoso no tendrían los mismo derechos? En cualquier constitución del mundo siempre existe un artículo universal de que la persona tiene todo el derecho a ser libres en pensamientos, opinión y actos a menos que no atente contra otra. ¿Consideraríamos un matrimonio gay como un atentado? Pues a opinión propia, no.
Hace una semana me casé con Isabel, mi novia de toda la vida, y sé que es un matrimonio y la felicidad que no se compra ni se vende, sino es parte de la libertad de uno mismo, el de decidir y amar sin discriminación ni color ni formas. Sé que la iglesia pueda restringir todo esto, incluso un nefasto gobierno con sus abultados problemas de guerra, pobreza, corrupción y narcotráfico, pero ¿amar a otro del mismo sexo sería un pecado? La libertad de una persona es esencial para poder llevar una sociedad con equidad, respeto y en democracia.
Por Richard Yovera S.