Con el tiempo corriendo en contra para salvar al país del abismo fiscal, el presidente Barack Obama está embarcado en una campaña de relaciones públicas para que los ciudadanos presionen al Congreso, que se resiste a dejar morir los recortes de impuestos implantados en tiempo de George W. Bush para los más ricos. Con el escenario institucional de la Casa Blanca pero rodeado de norteamericanos de clase media, Obama dijo que “las voces de los ciudadanos tienen que ser parte del debate”. “Si no llegamos a un acuerdo, cada familia pagará 2.200 dólares más cada año”, advirtió el presidente.
Ayer, la Casa Blanca promovió la etiqueta en Twitter #My2K (my two thousands), en referencia a esos más de dos mil dólares que pagará cada familia estadounidense al Tio Sam a partir del próximo 1 de enero de 2013 si en el Congreso no se llega a un acuerdo que mantenga la reducción de impuestos para el 98% de la población pero tase a las rentas más altas. El presidente manifestó su esperanza en que haya acuerdo antes de navidades para salvar el abismo fiscal –la situación a la que se llegará el 31 de diciembre y que supone el recorte de cerca de 700.000 millones de dólares en gasto público y subida de impuestos-.
“Este debate no consiste solo en hablar de números o de impuestos”, aseguró el presidente ante un grupo de ciudadanos que se verían especialmente afectados si tuvieran que hacer frente a más gastos de los que ya enfrentan sus precarias economías. El presidente alegó que el ‘abismo fiscal’ supone también un importante riesgo para las empresas, que sin duda verán reduciods sus ingresos.
“La buena noticia es que esto tiene una solución”, avanzó un optimista Obama. “El Congreso puede aprobar inmediatamente una ley que impida que el 98% de los americanos no sufran una subida de impuestos”, informó esperanzado el presidente, quien alegó que eso también beneficiaría a quienes ingresan hasta 250.000 dólares anuales. De momento, Obama ha trasladado a los líderes republicanos que vetará cualquier propuesta de legislación que no incluya una rebaja de impuestos para la clase media y que no recaude esa diferencia aumentando la tasa impositiva de aquellos con ingresos superiores a los 250.000 dólares.
“Tengo mi bolígrafo listo”, informó en tono de broma Obama. “Estoy listo y preparado e ilusionado para resolver este asunto de manera bipartidista y para que las familias norteamericanas tengan una buena noticia para empezar el año próximo”, dijo el presidente ahogado entre los aplausos de los asistentes a su comparecencia en la Casa Blanca.
Esta semana, Obama se ha zambullido en una gira de reuniones y visitas a pequeñas y medianas empresas para continuar su apuesta de evitar la amenaza del abismo fiscal. Si el martes Obama recibió a un grupo de empresarios en la Casa Blanca, esta mañana ha sido el turno del ciudadano corriente. El viernes se desplazará hasta una fábrica de juguetes –importante golpe de efecto que utilizará la Administración dentro del argumento sobre el impacto que tendría la subida de impuestos tanto en los consumidores como las empresas de cara a la temporada de compras navideñas-. “Iré dónde haga falta ir y haré todo lo necesario para solucionar esto”, dijo Obama.
Como ya ocurriera durante el debate sobre la negociación de la deuda del verano de 2011, Obama pidió a los ciudadanos que envíen cartas, emails, mensajes en Twitter y que hagan llamadas a los congresistas para presionar a favor de su plan. La situación actual viene heredada del enfrentamiento que sufrió la Casa Blanca y la Cámara de Representantes en agosto de 2011,cuando el déficit amenazó con bloquear el funcionamiento del país. Entonces se llegó a un pacto que lo que hizo básicamente fue aplazar un acuerdo definitivo sobre los impuestos y el presupuesto de programas federales hasta después de las elecciones esperando que los comicios fueran un refrendo para las políticas demócratas –subida de impuestos a los más ricos- si era reelegido Obama o las republicanas si llegaba a la Casa Blanca el candidato conservador.