Analía Díaz Bruno, experta en Calidad Agroalimentaria del INTA Mendoza, se está ocupando de la llamada “huella de carbono”, que “es una medida de la sustentabilidad ambiental aplicable a cualquier sector productivo, incluyendo a los agroalimentos. Consiste en cuantificar las emisiones de GEI que libera al ambiente un producto, una organización o un evento”.
En todo el mundo, cadenas como Tesco, Walmart y Casino ya solicitan estándares ambientales específicos que cuantifiquen la huella de carbono de los productos, con el objetivo de posicionarse como tiendas “carbono neutrales”: “En las principales cadenas de supermercados a escala mundial se puede ver una gama importante de alimentos y bebidas con la huella de carbono en sus etiquetas”, dijo Díaz Bruno.
Gracias a esa cuantificación, de acuerdo con la especialista, “los valores de emisión podrán ser expuestos en las etiquetas de los productos y le permitirán al consumidor seleccionar los alimentos y privilegiar los que se elaboraron contaminando menos”, explicó. En este contexto, la especialista del INTA indagó: “¿Está preparado el sector vitivinícola para este desafío?”.
El INTA Mendoza, atendiendo a posibles cambios climáticos y a profundizar el conocimiento de la fijación de dióxido de carbono, estudia el comportamiento de plantas, como la vid, sometidas a condiciones climáticas extremas.
“El impacto de la actividad humana sobre el planeta se está haciendo notar. Las acciones que llevemos a cabo serán claves para reducir sus efectos”, dijo Díaz Bruno. Para la técnica, “hay emisiones que no se pueden reducir o eliminar por completo, como las del ganado, hay muchas otras que se pueden reducir mediante una gestión sustentable de los recursos. La eficiencia en el uso de energía, de los combustibles y del agua, puede ayudarnos significativamente para este fin”.
Detrás de la huella
Según Díaz Bruno, en este momento “el sector vitivinícola está desarrollando algunas estrategias para hacer más eficientes los procesos que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono”.
Las empresas fabricantes de botellas trabajan para hacer envases cada vez más livianos, de manera que las emisiones por unidad sean menores. Por poner un caso, Rayén Curá, fábrica mendocina de vidrio, está lanzando al mercado una línea de botellas ecológicas, más livianas.
En este sentido, investigaciones del INTA Castelar –Buenos Aires– apuntan a cuantificar el dióxido de carbono emitido por la ganadería y también las fijaciones que de este gas hacen las masas forestales. Otra línea de estudio es el desarrollo de biodigestores para tratar los residuos urbanos, con el objeto de que se reduzcan las emisiones de gas metano.
A propósito, como está tu huella de carbono?